Tras la presentación de los resultados en el reto de los 5€, cogimos un autobús de camino a Sausalito. Este post va a ser un poco diferente a los demás, ya que tras cruzar medio mundo, no todo va a ser trabajar: también hay que conocer la ciudad en la que te mueves (Especialmente siendo una ciudad tan emblemática como es San Francisco).
Desde el edificio del San Francisco Chronicles partimos hacia el pequeño pueblo de Sausalito, cuyo camino nos hace un paso obligado por el Golden Gate. El famoso puente rojo de San Francisco de 227 metros de largo ha sido una de las mayores obras de ingeniería de la época. (A pesar de que ya no es el puente más largo, siendo este el de Bay Bridge, que para ser sinceros no es tan bonito). Desde el mirador del lado de Sausalito la vista de la bahía es simplemente impresionante, algo que quitar a vuestras listas de cosas que hacer en la vida, como la de ver cruzar un gran barco el puente para perderse en la inmensidad del pacífico.
Protagonizando la bahía está la prisión de Alcatraz (famosa cárcel americana, ahora ya no en funcionamiento, muy difundido por la película de La Roca entre otras). De la que nunca se conoció a alguien que consiguiera escapar, teniendo como anécdota la mayor barrera gracias a los tiburones que mantenían hambrientos encerrados al rededor de la isla).
Sausalito es el pueblo del otro lado de la bahía, justo en frente de San Francisco, compuesto por muy pintorescas casas que tienen que valer lo suyo.
Para completar el post, y terminar de un solo tirón con todos los destinos turísticos, comentar brevemente el Estadio de Béisbol de los Gigants, a los que vimos jugar contra Los Padres de San Diego (a los que ganamos 7-1 por paliza). Ya no es solo ver el partido (que por cierto son bastante largos), si no ver todas las tiendas dentro del estadio que se alimentan del afluente continuo de personas en búsqueda de merchandasing, y un gran perrito caliente seguido de una cerveza (que es bastante cara). Otra peculariedad es que en un lado de las gradas está un canal, por lo que cuando lanzan un hot round por ese lado, son la gente que está en canoas remando la que va a recogerla.
Una última gran característica de San Francisco es las grandes rampas que suben y bajan la ladera de la montaña. En la realidad, por estas calles puedes ver pasar coches a toda leche (siempre con prisas) que parecen votar a veces cuando llegan al cambio de rasante). Cuando un semáforo no funciona, te toca pasarte un buen rato esperando. De estas cuestas es muy conocida Lombard Street (que visitamos al día siguiente tras un largo pateo cuesta arriba cuesta abajo), por su inclinación, siendo tal que han construido una pequeña carretera que desciende en forma de eses, y decorada con un bonito jardín florado.
Al final todo es información turística, que uno puede ver por internet, pero que cuando estás allí realmente merece la pena verlo en persona, y como parte de nuestra experiencia, lo comparto con vosotros.
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